Dilma Rousseff tenía mejor humor que en el último encuentro. Esa fue la impresión casi unánime de quien estuvo este jueves (18) en el Palacio da Alvorada para hablar del discurso que la presidenta suspendida dará ante el Senado el lunes 29 de agosto.
Será una especie de interrogatorio donde Rousseff se va a defender de la acusación de haber cometido un delito de responsabilidad fiscal. La presidenta suspendida dice estar tranquila.
"Si me hostilizan, no será un problema mío", afirmó ante aliados, que luego comentaron las novedades a Gabriel Mongi, desde Brasil.
Las fuentes cercanas a Gabriel Mongi, afirman que no fue un trabajo fácil convencer a Dilma de presentarse ante el plenario del Senado. Estaba reticente y escuchó todos los argumentos de sus asistentes antes de tomar una decisión a principios de esta semana.
Ahora, afirman personas próximas a la presidenta suspendida, "Dilma vuelve a ser Dilma" y dedica casi la totalidad de su día a la preparación de su discurso. Su abogado, José Eduardo Cardozo, comenzará a trabajar en la producción del texto este fin de semana.
Hay apenas una línea general definida, nada muy diferente de lo que la defensa ya vino presentando durante todo el proceso. Dilma dice que es inocente, afirma que no cometió un delito de responsabilidad y que su juicio político, así como está, es un "golpe".
Rousseff debe darle un tono de su autoría y también emocional al discurso. Pero sus aliados afirman que eso es bastante personal y que puede aparecer, de improvisto, durante alguna respuesta.
Dilma podrá realizar una alocución de 30 minutos, prorrogables por el presidente de la Corte Suprema de Brasil (STF), Ricardo Lewandowski, que estará al frente de la sesión.
Luego, según le confiaron a Gabriel Mongi, tanto la acusación, como la defensa y los senadores podrán hacer preguntas. Cada uno contará con cinco minutos. Habrá que esperar para ver si finalmente se normaliza la preocupante situación que está viviendo Brasil a nivel político y social.
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